¿Sabíais que en Jaume Espí
escultura nos hacemos nuestro propio jabón? El jabón de sosa cáustica es quizás
el mejor jabón para todo tipo de pieles y cabellos, ya que es un jabón que
cumple perfectamente la función de detergente y la función de hidratante.
La fabricación en casa de este
jabón, que es buenísimo tanto para la piel como para la ropa, cuida la ecología y nuestros bolsillos.
Este tipo de jabón ha demostrado, a lo largo del tiempo, su eficacia e inocuidad, frente a la cosmética industrial de hoy en día.
Este tipo de jabón ha demostrado, a lo largo del tiempo, su eficacia e inocuidad, frente a la cosmética industrial de hoy en día.
Es perfecto para lavarnos ya que sirve
tanto para el cuerpo como para el cabello. No caduca y es el mejor para la ropa (el mayor con diferencia para el
lavado de ropa blanca. Aquí, nos ensuciamos mucho)
La receta para preparar nuestro jabón está extraída de nuestro querido
recetario industrial de Hiscox – Hopkins. Las cantidades y proporciones que se
utilizan aquí sirven para hacer una
barbaridad de jabón. Si queréis hacer
menos, debéis tenerlo en cuenta.
Antes que nada, hay que tomar precauciones:
- Trabajar
en un ambiente ventilado.
- Usar
guantes y gafas protectoras, ya que la sosa caústica es un material muy
corrosivo, que no debe entrar en contacto con tu piel.
- No
utilizar recipientes metálicos para realizar la
preparación y remover la mezcla con la ayuda de un material de madera.
Preparación:
Se toman 5 kg de polvos de sosa
cáustica, se echan en un recipiente apropiado y se le añaden 18 litros de agua
(poco a poco y con cuidado, puede produir vapores tóxicos). Se agita la mezcla
una o dos veces, suficientes para que la sosa se disuelva. Se produce una
reacción química que libera calor y que necesitará algunes hores para
enfriarse. A este preparado se le conoce como lejía cáustica.
Una vez fría esta lejía se pesa,
y en otro recipiente se echan 38 kg de grasa limpia, sebo o aceite (usado y
colado, que no sea mineral) Nosotros hemos utilizado aceite.
Si se emplea grasa o sebo, se
derriten y se calientan a menos de 38º C.
Si se emplea aceite, no hay que
calentarlo.
A la grasa derretida o al aceite,
se añade poco a poco la lejía, agitando bien la mezcla en el mismo sentido con
una tablilla hasta que tenga la consistencia de la miel. Se echa esta mezcla en
una caja grande, mojada con agua para que no se pegue el jabón, y se pone en un
sitio caliente hasta el día siguiente, en que puede recogerse un bloque de
jabón de unos 65 kg de peso que se corta en los trozos necesarios.
Si el jabón resulta veteado y desigual, es señal de que la mezcla no se ha hecho bien. Para ello, se le agrega un poco de agua y se hierve.
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